jueves, julio 21, 2005

Santiago en 100 palabras

Si me hubieran dicho que el concurso anterior era acerca del Metro no habría gastado 100 palabras en escribirle a Santiago. Porque después de todo el resultado fue igual de ingrato que su aire, sus calles, sus parques, su gente gris. Sin embargo, nuevamente, quiero reclamarles mis 100 palabras en un pasaporte para poetas que creen en la vida, el amor y la identidad urbana. Entre su modo de existir, de transportarse y de exiliarse, se revela el enigma en los largos y profundos túneles de la conciencia citadina. Santiago, me debes 100 palabras, voy en Metro a cobrártelas.

PLANETA TIERRA

Increíble pensar que al nacer y después de todos los años que he pasado en este planeta, nadie, nunca me lo presentó como tal. Fue sino hasta mis 27 años, entrando ya en los 28 cuando por una necesidad de sobrevivencia, de pertinencia y de amor, comencé a interrogar, juzgar y descifrar lo que significa vivir sobre un planeta.
Viajando en bus hacia la costa, solo, ensimismado, algo de música en mis orejas, Mike Oldfield, cánticos de la lejana tierra, saga basada en la obra del excelentísimo y siempre recordado Arthur C. Clarke, comienzo a observar esos paisajes que para el viajero impaciente son un cuadro, pero para el paciente son un mundo. Los cerros, los viñedos, los animales, los cactus, los túneles, obras imprudentes y desafiantes que persiguen quitar espacio a la naturaleza. Me detengo en el viaje, a 100 Kms. por hora e interrogo... ¿Pensar que vivo sobre un planeta? Y esa simple pregunta deriva en muchas otras, que van desde describir lo maravilloso de cada momento hasta lo maravilloso del oxígeno, la tierra y el sol.
Sol, rey de reyes, maestro testigo de la creación, si no causante. Astro Rey, venerado desde los orígenes del hombre y agradecido en poemas y canciones populares. Eres tú, vida entera, amor, entrega, Dios. Generosa tu luz que permite la vida, ilumina los caminos y crea el amor. Maravillosa tu presencia, siempre cálida y desinteresada. Increible tus ojos omnipresentes y tu energía omnipotente. Qué maravilloso nacer en ti planeta, amante del sol, qué maravilla sentirme parte de tu ciclo.
Después del sentimiento viene la razón, me pregunto entonces si será posible lo siguiente, por un minuto imaginé, que al contrario de lo que como humanos pensamos de nosotros, eso de ser la expresión máxima de la naturaleza, los más inteligentes y pensantes, fuéramos una partícula insignificante en un universo u organismo infinitamente grande, nada nuevo al parecer, pero desde mi punto de vista imaginé el planeta como un átomo y sobre este átomo la vida. Una vida tan frágil que si no fuera porque el organismo (universo) donde estamos inmersos vive, sería imposible tratar de hacerlo. Y fue entonces cuando vi al hombre como una enfermedad, un virus mortal que crece y quiere propagarse por otros átomos y rincones de este ser perfecto. Enfermedad letal, peor que un virus mutante, pero que tiene sus días contados, puesto que el organismo contenedor, nuestro universo, ya ha sentido algunos síntomas extraños y procede, en otra dimensión y relación a un chequeo médico, le han recetado un medicamento avanzado, que atacará directamente el origen del mal. Para nosotros llegará a través de cataclismos, terremotos, huracanes, erupciones volcánicas, cometas, maremotos, que para ellos son solo reacciones efectivas del remedio, al mismo tiempo estamos siendo analizados como enfermedad y han enviado cámaras y seres atómicos a investigarnos, esas supuestas visitas extraterrestres, no son más que el antivirus que médicos de otra dimensión han recetado al enfermo, se llevan de nuestro planeta animales, plantas y humanos, como bacterias que se extraen de un cultivo de hongos o como una biopsia a gran escala.

Cuidado con el Silencio

Un silencio dice más que mil palabras.
Cuando callas, hay una respuesta inminente en la muda resistencia del no espacio del no tiempo.

Es así que cuando decides callar, igualmente puedo oírte…

Oírte a través del viento, a través de la ausencia, a través del brillo remoto del sol, a estas alturas del tiempo, cuando el ocaso llega antes, y el sol quema el cielo, en el atardecer repentino del fin del día, donde la noche presiente, sospecha, entiende que el sol se refleja en la luna, junto al viento, que me envuelve, entre aromas suspicaces.

Así, pasa el día, somnoliento, esperando a una noche silenciosa, llena de mensajes y metáforas ambivalentes, de destellos que se confunden con estrellas… estrellas que en su brillo me envían más y más mensajes… estelares mensajes, que disueltos en el mar de mi mente, señalan e indican la ruta, el camino y la dirección, esta vez, omnipresente.

Entonces, aparece la música, también silenciosa, con acordes que remecen las hojas de árboles reticulares, de esos que en paisajes aparecen como espectros envueltos entre sombras y nubes de agua, pero que al acercarte te asombran con el transito pacífico y tántrico de su vaivén… el de sus hojas que evocan, el caminar de alguien que conozco, que conozco sin tiempo, sin derecho, sin el poder de llevar en mi mano el otoño, para desnudar su follaje, entre caricias, viento, suspiros, aliento, calor y humedad.

Hasta que al fin, entre silencio, viento, brillo, ausencia, árboles y música… me despierto, nuevamente, por el sordo, estridente y sutil clamor de tu silencio, esta vez me dice algo que no logro descifrar, menos entender… algo que viene de ti, porque trae tu aroma y tu sonido… ¿qué será?, ¿me dirás esta vez?, ¿O nuevamente elegirás: Guardar silencio?... si esa es tu evidente respuesta, entonces insisto y te advierto: ¡Cuidado con el silencio!... siempre escucho de él, la respuestas que quiero escuchar.

miércoles, julio 20, 2005

Bienvenidos

Quiero darles la bienvenida a este espacio que he creado para compartir con ustedes una de mis pasiones más absolutas: la escritura. No se por qué escribo, pero lo hago, tampoco si bien o mal, pero me lanzo... siempre encuentro la forma de decirlo, de desahogarme, de olvidarme y sacarme mucho dolor interior... nunca escribo de alegrías, bueno casi nunca... debe ser la influencia temprana de mi escritor favorito: Edgar Allan Poe, y bueno, también otros que conocí en escalada: Rimbaud, Mallarmé, Verlaine, Baudelaire... ahhhh.

Más tarde publico algunas cosas, escribo en realidad este texto para ver como queda mi blog, es el primer texto que publico y estoy en un cibercafé... seguramente lo cambio, pero la curiosidad me mata.