sábado, junio 16, 2007

Recital en la Universidad Diego Portales


El recital comenzaba las 17:00. Nos juntamos a eso de las 13:00 para leer uno de los cuentos de mi amigo Cristian. Uno de los dos de su autoría que aparecerán en el libro que editaremos este año: “Las 7 maravillas”. Donde Yeicí aporta con otros dos y yo, por supuesto, con dos más —el séptimo será un experimento escritural de triple autoría—. Mi amigo leería también en el recital, otro cuento, uno que ya conocíamos, pero que traía mejorado.

Me dio gusto ver la concurrida asistencia. Incluso me emocionó pensar en la cantidad de jóvenes (y otros no tanto) juntándose en torno a la lectura y, lo que es mejor, la literatura. Cada participante leería una creación propia. Un presentador daría el vamos a cada quien y el auditorio escucharía con atención el nombre de cada expositor y su propuesta. Como suele suceder, en actividades donde el ego se pone a juicio de la audiencia, la presentación que se hizo de cada quien no fue suficiente para los autores, y cada uno complementó ésta con alguna opinión anexa de si mismo o de su trabajo, la excepción fue Cristian, quien se resignó exclusivamente a leer.

“Para pesar de ustedes es lo mejor que haya escuchado”, “prepárense a oír por lo que pagaron” —el evento fue gratuito. Me recordó a Lennon y alguna de las frases que después terminó desdiciéndose— fueron algunos de los comentarios de los autores antes de recitar. “Preparen el intelecto”, fue la nota ordinaria de la tarde, como si un cumbianchero quisiera despertar su audiencia. Asistieron también algunas celebridades, que destacaron más por su excentricidad, tiritones y postura, más que por su talento.

Escuché al menos unas cinco exposiciones, cual de todas más enérgica. Sin embargo, y dejando a un lado toda subjetividad, hubo uno que destacó del resto, la de Cristian Salgado. Mereció una ovación, más que un simple aplauso. Es así, y así fue: brilló en su relato, dotado de un anonimato consecuente con su misteriosa forma de narrar. El resto, sin prejuicio alguno, utilizó recursos baratos de congregación de audiencia, con las frases cliché antes mencionadas y otras, como por ejemplo: “… como los alumnos de la Diego Portales”, “…poeta maldito contemporáneo…” ¡todas baratijas literarias! Sin sentido alguno más que convocar, con vocablos y recursos insignificantes, baratos, pobres y desmesurados.

Pero me vine tranquilo, habiendo escuchado algo, entre todo, que verdaderamente valió la pena. Un relato que trascribiré en el próximo post, que espero impaciente su autor me envié.

Así fue el recital en la Universidad Diego Portales, una mezcla de poesía y relatos que reviven el espíritu anónimo de poetas jóvenes y escritores emergentes. Actividad que tanta falta hace en un Chile marcado por el consumismo y la farándula.