jueves, agosto 25, 2005

Y me lo dices a mi...

Estoy tan aferrado a la vida que la muerte me angustia...
Cada vez que estoy feliz... pienso que mi vida acabará en un segundo...
que el sol ya no sentiré y que mi vista jamás volverá a ver... mi cuerpo quedará estático, ni las percepciones microscópicas podrán hacerme sentir otra vez...
entonces... cuando me angustia la muerte... la mato con la vida... no duermo, no me enojo, no me pongo triste... desecho los sentimientos que me apenarán eternamente cuando muera, y entonces... me relajo, existo, soy feliz... feliz porque mi vida, compartida o no con otros, es mía y con mi muerte se irá toda, conmigo y para siempre...

domingo, agosto 14, 2005

Carmen Llancavil y Los Hijos de la Lluvia

Y no llovió en Santiago el 25 de junio de 1999. Parece que la Acuario envió a sus hijos a la calle, pero no precisamente a descontaminar con agua, sino con música.

Eran alrededor de las 11:00 de la mañana, un desvío me condujo en una micro con destino al centro. Cerca de mi arribo, a no más de unos 10 minutos, una tormenta interrumpe el rutinario viaje.

Sentado adelante, como cuando uno hace un viaje corto, miré por el retrovisor redondo ubicado justo sobre la subida del móvil, ya los había visto en el paradero, un gesto mudo delató la conspiración, el chofer dio la autorización para que el aguacero subiera por la puerta trasera. Eran tres, dos hombre y una mujer. Ella, ausente, de mirada esquiva y ojos apasionados, con una sonrisa auténtica, rara en estos días de furia. Los galanes, fieles representantes de la diversidad, uno pequeño, ladino, rosado, gordito, el otro, alto, gringo y bohemio. La función estaba por empezar, para mi sorpresa, y a través del negativo redondo ubicado frente a mí, comprendí que no era el clásico espectáculo colectivo de rigor, el equipo de amplificación fue instalado en el tiempo contemplado, 15 segundos aproximadamente, la guitarra, con cápsulas, conectada, el micrófono listo y el saxo esperando la señal de la directora. Ella estaba de pié, sujetando el micrófono frente a la boca del guitarrista, la introducción de cuerdas y viento desatan Mejillones en el aire. Para comprobar si lo que había visto y escuchaba era cierto, giré mi cabeza para ver el espectáculo en positivo, ¡era verdad absoluta!, llovía notas de alegría, amor y pasión dentro de la micro. Una mezcla extraña de acordes acústicos y eléctricos que escuché atentamente, casi eufórico. Si bien es cierto, no era la sinfónica la que tocaba, era más fuerte el poder que despertaba en la gente, cuando devolvía mi mirada hacia adelante, vi rostros sonrientes, asombrados y perplejos era ella, la música quien tomaba posesión sobre el ambiente y sobre los viajantes. Fue en este momento donde me detuve a pensar y proyecté un sinnúmero de sentimientos que ahora quisiera compartir con ustedes. Por ejemplo, volví a mirar a los artistas y creí leer en sus rostros la obligación y la misión. Se notaba a su alrededor una atmósfera difusa, rara, un aura tal vez.

Y vi la pasión, el compromiso, la vida misma y su misión terrenal. Una unidad, una entretención, un juego, una manera de sobrevivir.
Pensé en detalles como por ejemplo, la amplificación.

¿Por qué la amplificación?
Era necesaria, como cuando un político ocupa altavoces para hacer llegar sus promesas al público, sus voces necesitaban de la tecnología para llegar a más oídos, lógico, más aun si el público está lejano y distraído, sumergido en sus múltiples preocupaciones y por supuesto, yo entre ellos, sumergido en las mías. Además era un espectáculo serio, en el cual los gritos debían estar ausentes y lejanos, la voz debía llegar en su nitidez exacta, casi como en un estudio, "la gente notará los falsetes" - decían para si. Pero no era cierto, para el común de los viajantes, su arte era rumor y su misión confusa.
Se me ocurrió entonces pensar que la amplificación era del flaco, tenía cara de ser suya, será tal vez porque pensé que además de la amplificación eran necesarias cápsulas para la guitarra y como se presentaban en conjunto, habían dividido los costos. Además, él era dueño del saxofón, pieza clave en la creación de atmósfera y emulación de acordeón, teclado, distorsionador y armónica, por lo cual, incluso a pesar de su necesidad, debía justificar el trío de manera que se sintieran fusionados. Fue a través de su compadre que vende cachureos en el Bío Bío como lo adquirió, era una chatarra, pero también valor agregado en su trabajo y estelar de la micro.

Violetas en el aire
De pronto un fade out, y como era una fiesta de contrastes, ya no fueron mejillones, sino violetas las que entraron por mis oídos afortunados… era el turno de la musa, micrófono en mano (el que nunca soltó durante el primer acto), la introducción y la exclamación: !Gracias a la vida, que me ha dado tanto¡…¿y qué le habrá dado la vida?- pensé - fue entonces que comprendí que ella era pareja del gordito, el de la guitarra electro acústica, y junto al flaco bohemio formaban parte de la vida misma y en el más absoluto de anonimato, ellos son los hijos de la lluvia. Imagina el espectáculo: música y violetas en el aire, acordes maravillosamente interpretados, robados desde el mismo cielo, los ángeles cantaban sus idiomas muertos, los vivos eran canales de otra época, los corazones de los viajeros explotaban mudamente, la explosión del mío fue tan fuerte, que en el acto salté de mi asiento, me fui hacia el fondo de la micro, me acerqué a los artistas y con una cámara fotográfica, que llevaba para trabajar en mi destino, me permití robar sus imágenes en 30 segundos de nerviosismo. Ellos sonrieron, y el pacto estaba hecho, ya no era un ladrón de almas, sino un amigo, cuando el show llegaba a su fin y el mensaje era sobrio en la petición, se acercó el bajito y hablando hacia sus amigos dice: "ojalá salgamos en una portada digo yo" - y yo respondí - "Ni Dios lo quiera sea yo de la prensa señores, pero escribiré lo que he vivido" - al mismo tiempo que metía mi mano al bolsillo y le entregaba toda mi posesión económica: "su espectáculo no tienen precio" - le dije- nos agradecimos mutuamente y el espacio se interpuso entre nosotros.

Deja de llover y comienza mi tormenta
Dejó de llover invisiblemente en Santiago y ahora me pregunto si todos vieron y sintieron lo mismo que yo, no hay respuesta, pero no importa… cuando no hay respuestas de terceros, me respondo a mi mismo y así nunca estoy sólo y siempre tengo respuestas, aveces contradictorias, pero respuestas al fin y al cabo. Me he dado algunas veces respuestas tan increibles a mi mismo y argumentos tan sólidos, que una parte de mi se calla y la otra solo escucha.
Pero ese día, mudo o no, tuvo respuestas que hoy, después de varios meses de aquella lluvia, son pensamientos y creencias que puedo expresar, porque Carmen Llancavil y los Hijos de la Lluvia fueron pasajeros de otra micro, de mi vida, y ese día, mi corazón fue espectador y mis sentidos ovación, en una experiencia inolvidable que acompañará mi vida hasta su muerte. Ver llover mejillones y violetas en un mismo día, puede ser imaginación de un idiota, pero si he de ser idiota por sentir el canto de un amigo, me declaro idiota y perdido absolutamente en mis sentidos.
Ya no se cuando cantará otra vez el trío de la lluvia, sólo se que hoy es un cuarteto, pues mi corazón late a otro ritmo y es un bombo que acompaña en la exclamación y agradece a la vida por haberme dado tanto.

lunes, agosto 08, 2005

Cordiales Saludos

En el tránsito sucesivo, de lo que queda y lo que aun soy.. espero. Sólo cuento el tiempo y los segundos, las estáticas gotas del rocío que acumula mi barba muy temprano en la mañana. Las noches son largas, porque despierto espero al sol para invitarlo a desayunar. Así los días, el tiempo, las noches con sus fantasmas... todo sigue igual dentro de mi, el drama está afuera, queriendo cambiar el mundo y el mundo queriendo cambiarme... al final, nos soportamos, somos y estamos tal cual... él no va a cambiar millones de años de historia! yo mucho menos los segundos de vida que tengo. Me alegro que estés bien, me alegro que todo vaya bien... me alegra saber que ahora hay luz donde pasó alguna vez mi noche.